Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-
Vida Cisterciense
Una hermana guía la visita
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Ponemos en vuestro conocimiento la obra de Dios en una mujer de los comienzos del carisma cisterciense.
Humbelina es un nombre musical, su vida no desentonó; formó un conjunto de perfecta armonía, con notas dulces y graves. Hija de los señores Fontaines, tenía seis hermanos, tres mayores que ella, uno de ellos San Bernardo, y tres más jóvenes. Era la del medio.
Era muy femenina. Su madre la trataba siempre como una princesa, la educaba en la fortaleza y en la virtud. Humbelina imitaba a su madre en la piedad y en las obras de caridad que realizaba con ella. Criada entre seis hermanos varones, tenía mucha valentía; no dejó que sus hermanos la mimaran. Le gustaba competir en los torneos, como otra Diana cazadora. Corría tras las presas hasta lograrlas, juntos montaban los mejores corceles y corrían en las tierras de su padre. Sus hermanos le decían que era ‘Bernardo’ en mujer. Ella los adoraba a todos, pero su preferido era Bernardo, al que llamaba “Ojos Grandes”.
Habían marchado ya varios de sus hermanos al monasterio, y un día conversaba Humbelina con su padre sobre si era eficaz o no su vida consagrada a la oración.
Humbelina discutía con Bernardo por llevarse a sus hermanos al monasterio, por haber “separado” a Guido e Isabel. Pero al discutir, las llamas de Bernardo le iban quemando el corazón. Un día caería ella también. Se había casado con el noble Guido de Marcy. Pero un día pregunta Humbelina: « ¿Cómo servir a mejor a Dios? »
Se decide y consigue permiso de su marido para entregarse a Dios. Entra en el monasterio de Jully, donde estaban ya su cuñada Isabel y su sobrina Adelina. Humbelina sucederá a Isabel como abadesa, y a ella, Adelina. Las tres competían en virtud y en santidad, en el servicio a Dios y a los hermanos.
Bernardo eligió un hermoso lema para él y para Humbelina: “Asociados en el servicio del Amor”. « Preveo que serás santa, Humbelina » le dijo un día Bernardo. –« ¿Cuáles son las señales de esa santidad? » Le preguntó la nueva religiosa. – « La primera de todas », le contesto Ojos Grandes, « que has conservado el buen humor. Sigues siendo capaz de reírte de ti misma. Buena señal. El infierno nunca ha producido buen humor ».
Humbelina rigió el monasterio con prudencia y amor. Cuando el señor la llamó a su seno, acudieron Bernardo y sus hermanos. El año 1871 Pío IX concedió un oficio propio para la « Asociada a Bernardo en el servicio del Amor ». La veneramos como beata.
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