Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-
Vida Cisterciense
Una hermana guía la visita
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Ponemos en vuestro conocimiento la obra de Dios en hombres y mujeres que contribuyeron a la consolidación de nuestra espiritualidad cisterciense.
Era la hermana de San Benito. «Santa Escolástica desde su infancia estuvo dedicada al Señor Dios todopoderoso»
Al pie del APenin Central, en la ciudad de Nursia –Italia– a finales del siglo V, nacía esta hermana gemela de San Benito, padre del monacato Occidental.
Parece ser que sus padres se llamaron Eutropio y Abundancia y que pertenecían a las familias más distinguidas de aquellas montañas. Se sabe poco de su infancia. No hay duda de que caminaría al unísono con la de su hermano gemelo Benito, unidos ya antes de nacer y hermanos gemelos en sus almas. Su hermano dio vida y forma a los benedictinos. Ella también fundó el primer monasterio femenino para benedictinas.
Ambos aprendieron de sus padres la virtud y la fe cristiana.
Benito desde su adolescencia fue enviado a Roma a perfeccionar sus estudios. Esta separación hubo de costarle muchísimo a Escolástica, ya que ambos eran una sola cosa. Sabemos que no tardó en retirarse y huir del mundanal ruido, después de empaparse bien en la vida y doctrina de los famosos eremitas de Oriente, San Atanasio, San Jerónimo… Tendría entonces Benito unos veinte años.
Cuando Escolástica medita el testamento que le dejó su madre al morir, siendo ella una niña, decía: « Sabe, hija mía, que los adornos postizos, los ricos vestido y collares de perlas, no valen nada delante de Dios. El mayor elogio que puede hacerse de una doncella es su modestia y piedad». Estos consejos los llevó siempre presentes. Renunció a todas las cosas que le ofrecía el mundo, y se entregó de lleno a su Amado: Jesucristo, a quien consagró toda su vida y para siempre…
Benito inspirado por Dios y con la ayuda de su hermana, fundó el primer convento de religiosas benedictinas, poco distante del de los religiosos. Colocaron un muro voluntario de separación, y solo se veían una vez por año, en una casita que había entre ambos monasterios.
San Gregorio comenta: «Por el año de 543, Escolástica ya presentía que ese era la última entrevista que tendría con su hermano con el que compartió su vida desde la niñez. Sus conversaciones eran espirituales. Al atardecer, su hermano se despidió, pero Escolástica le suplicó que no se marchase para que pasaran toda la noche hablando de Dios. Su hermano no quería, por no desobedecer a la Regla. Escolástica ora fervorosamente al Señor. Al instante comenzó a llover:
« ¿No te vas?»
« ¿Qué has hecho hermana mía?
«Te lo pedí con insistencia y no me escuchaste. Se lo pedí a Dios y me escuchó enseguida; Dios ha preferido el amor a la Regla».
Lo cierto es que pasaron toda la noche hablando de cosas espirituales… Tres días después, Benito veía subir una paloma desde el monasterio hacia el cielo. Era el alma de Escolástica…
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