Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-
Vida Cisterciense
Publicado el martes, 31 de diciembre de 2013
Madre Anunciación en el claustro
Testimonio desde el Monasterio de mi pueblo
Me ha invitado la Madre Abadesa a escribir unas líneas en el Programa de las fiestas patronales de mi pueblo, por deseo del Alcalde, Eugenio; con mucho gusto lo hago en este año jubilar que, por gracia de Dios, he celebrado mis Bodas de Oro de Profesión monástica, desde 1963 hasta este año 2013 que me siento muy agradecida tanto a mis hermanas monjas como a todos vosotros, ciudadanos de Villamayor, de quien estoy orgullosa de haber nacido aquí.
Recuerdo que siendo párroco Dn. Gaudencio aprendí la doctrina cristiana e hice la primera comunión. Todavía tengo el recuerdo vivo en mi memoria que, al día siguiente de mi primera comunión fui a Misa de monjas (vivía muy cerca de ellas) y después de comulgar sentí una gracia muy grande que se actualiza cuando comulgo. Bastante tiempo estuve comulgando con fervor y así es como sentí el deseo de ser monja, me sentía “limpia”. Veía que las monjas comulgaban todos los días; pensaba para mí: “no se confiesan”, ¡qué inocente! Al correr de los años me dí cuenta que tenían al sacerdote a disposición para confesar siempre que lo necesitaban…y alguna vez oía: “Dn. Gaudencio está confesando a las monjas”…eso me serenaba mucho.
Sobre el año 1959, todo me sonreía, tenía amigos y buenas amigas…se empezaba a tener la televisión en las casas…ya se comenzaba a salir de la pobreza extrema…fui a Miranda, y en la parroquia, asistiendo a la novena de la Inmaculada, en la homilía, sentí la fuerte llamada al estado religioso. Cuando se siente la llamada, el enemigo se mete también, pero…puede más la LUZ que las tinieblas, y así, seguí caminando, en esa búsqueda de Dios, como dice San Benito, el Padre del monacato occidental, que lleva más de quince siglos de historia, extendida por todo el mundo.
En estos 50 años de mi vida monástica ha habido muchos y fuertes cambios: el Concilio y los signos de los tiempos, con la nueva evangelización, que a todos nos afecta con los nuevos medios de comunicación que hoy podemos gozar ya en todas partes.
Recuerdo mi vivencia en el viejo edificio del monasterio que, por derribarlo, me invitaron a ir al gran monasterio de las Huelgas de Burgos, donde estuve una año largo y pude hacer la profesión temporal…no había sitio en las casitas donde tuvieron que vivir las monjas durante la construcción del nuevo monasterio Se vió la providencia amorosa del Señor que movió los corazones de la familia Echeverría para evitar la extinción del monasterio en nuestro pueblo, del que ahora disfrutamos y seguimos viviendo los distintos acontecimientos que trae el día a día, para la salvación de las almas y la gloria a Dios.
A Dn. Gaudencio, párroco y capellán, ya anciano, le sucedió Dn. Jesús López Sobrino unos pocos años y después Dn. Ángel Martínez que estuvo más de 26 años.
Yo estuve durante 5 años por 1980 al 85, ayudando a la comunidad de Ferreira de Pantón (Lugo), que sigue estando muy agradecida por el trabajo que realicé durante mi estancia entre ellas y a mí me hizo tanto bien. Es una forma de ayudarnos las comunidades, fruto del Concilio, sintiéndonos no aislados los monasterios sino formando la Congregación Cisterciense de San Bernardo.
En la actualidad me siento muy agradecida a todo el pueblo, por la cercanía que tenéis con el monasterio. Os felicito en estas fiestas de San Vicente, Sabina y Cristeta y contad con mi cariño y a precio y que sepáis que una monja de vuestro pueblo reza cada día por vosotros.
Sor Anunciación Díez Sancha.
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