Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-

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SANTA GERTRUDIS LA MAGNA- 1ª PARTE

1ª PARTE: CONTEXTO HISTÓRICO E INICIO DE VIDA MONÁSTICA

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El pasado 7 de Octubre de 2012, SS. Benedicto XVI nombró Doctores de la Iglesia a dos nuevas figuras de la Iglesia; se trataba de nuestro compatriota San Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes diocesanos y de una mujer, Hildegarda de Bingen, desconocida por muchos.

Al darnos cuenta de ¡tan desafortunado desconocimiento!, tanto de Hildegarda como de otras monjas de nuestro rico patrimonio espiritual, nos hemos propuesto iros presentándolas.

El presente artículo se sirve de un estudio realizado por un monje cisterciense (Enrique Mirones) que publicó la revista monástica CISTERCIUM en su nº 224.

Desde estas líneas agradecemos, al hno. Enrique, el poder contar con el fruto de su estudio, que esperamos que os ayude a descubrir cuánto de bello obra Dios en las que le seguimos en los monasterios.

FOTORECREACIÓN DE LA ESCUELA DE HELFTA

RECREACIÓN DE LA ESCUELA DE HELFTA

Empecemos por situarnos en el tiempo de estas monjas…

 Entre los años 1098, fecha del nacimiento de Hildegarda de Bingen, y 1310 año de la muerte en la hoguera de Margarita Porete, se suceden en pleno imperio romano germánico (la actual Alemania, Paises Bajos, parte de Francia y de Italia) una serie de grandes figuras femeninas que marcan uno de los periodos más importantes de la espiritualidad medieval.

            Durante el ‘gótico’ las relaciones sociales y en el seno familiar se regían según una estructura de parentesco de consanguinidad. Aún así, -aunque a pri­mera vista pueda resultar extraño- las posibilidades y las oportunidades de actuación de las mujeres fueron más amplias y más interesantes que las que, después de la reforma gregoriana y de la nueva recepción del derecho romano, se le ofrecerán en el feudalismo pleno.

En los siglos XII y XIII, época de apogeo de la sociedad feudal, la situación de la mujer se había deteriorado respecto al siglo anterior. La implantación progresiva de la reforma gregoriana y el restablecimiento normativo del derecho romano, fueron impulsados desde la corte Carolingia y sus sucesores, que dieron origen al imperio romano germánico que ahora nos interesa. La implantación de esta mentalidad no se hizo en un día, había muchas resistencias a abandonar las formas de gobierno, transmisiones de herencias, posesiones de la tierra, del patrimonio familiar, etc., para que pudiera realizarse rápidamente.

La mayor perjudicada en este cambio de mentalidad (y de leyes) era la mujer, a la que se le quitaba el poder de actuar al retirársele la posibilidad de la administración de sus bienes y reducirla cada vez más al ámbito privado, sin posibilidades de participar en la vida pública. Respecto a la vida de la Iglesia, la tendencia era a encerrar a la mujer dentro de una clausura estricta que la impidiera relacionarse con el mundo y con los centros del poder y que se dedicara a la vida espiritual que se consideraba 'no peligrosa'. Evidentemente detrás de esto había un tema de poder, tanto eclesiástico como civil, que en esta época estaban muy inter-relacionados.

Ante esta situación, cabe pensar que consciente o inconscientemente, se produjo una resistencia por parte de algunas mujeres a desaparecer de la vida pública, tanto en la vida de la Iglesia como en la vida civil. Esta resistencia lógicamente se produciría en mayor medida allí donde la presión fuera mayor. Así nos encontramos con que, en el núcleo mismo del imperio (núcleo del “renacimiento carolingio"), unas mujeres, en muchos sitios distintos, en unas épocas distintas, con unas formaciones distintas, pero pertenecientes (en su mayor parte) a una misma clase social aristocrática (la afectada en su independencia) y con algunos puntos sorprendentemente semejantes, levantan su voz en la Iglesia, en unos casos desde los monasterios y en otros desde su retiro como beguinas; para lanzar un mensaje al mundo de parte de Dios, para amonestar las desviaciones y abusos del poder eclesiástico y aun civil o del pueblo cristiano común. En defensa también de la creación, devastada continuamente por las guerras entre los señores. Anunciando a un Dios que es Amor, en una sociedad dominada por el miedo a Dios y a la condenación. Mostrando que la mujer es algo más que el reposo del guerrero y la paridora de hijos sino que puede tratar de igual a igual a los varones porque puede tratar de igual a igual con Dios por el Amor, que es capaz de deificarlas.

 La corriente mística femenina alemana y de los Paises Bajos de los siglos XII y XIII, es contemporánea a una sociedad en la que se intentaba reducir a la mujer y en la que había perdido todos sus derechos (testificar en juicios, transmitir herencias, trabajar: fuera del hogar, independencia de bienes, acceso a la cultura, etc.), no podía alegar a ninguna autoridad humana, por lo que si quería salirse de lo normativizado por la sociedad, tenía que encontrar una forma que avalara incontestablemente su incursión en el mundo reservado a los hombres y a los clérigos. Encontró el ‘medio’ en la tradición bíblica de los profetas que hablaban en nombre de Dios. Ellas mismas hablarían en nombre de Dios por mandato divino, a través del mismo género literario que emplearon los pro­fetas para hacerse oir: las visiones, los gestos proféticos, los oráculos; poniendo así en juego todo su potencial femenino para hacer oir su voz por unos medios alternativos al de los hombres y que las proporcionaba la libertad, autoridad e independencia que necesitaban.

 La lista es enorme: comenzando por Hildegarda de Bingen (1098-1179), Isabel de Schônau (1129-1164), Lutgarda de Aywières (1182-1246), Isabel de Wans, Sibila de Gages, Ida de Nivelles (muerta en 1231), Ida de Lovaina (muerta en la segunda mitad del siglo XIII), Ida de Leeuw (muerta en 1260), Beatriz de Nazaret (1200-1268), Matilde de Magdeburgo (1207/10- 1282/1294), Gertrudis de Hackeborn (1220-1291), Matilde de Hackeborn (1241-1299), Gertrudis de Helfta (1256-1301/2), Hadewijch de Amberes (hacia 1240), Margarita Porete (muerta en la hoguera en 1310), y una multitud de monjas anonimas de las que se relatan hechos notables. (en negrilla se señalan las cistercienses)

 Pudieron transmitir su mensaje, pero tuvieron que pagar un alto precio en la medida en que se pusieron en el punto de mira y envidia de muchos sacerdotes, obispos y canónigos regulares que en ocasiones (Rupertsberg, Helfta...) lograron ponerlas un "interdicto" durante una larga temporada. Y en otras -como el caso de Margarita Porete, que fue quemada en la hoguera- tuvieron que pagar con cárceles, juicios, y con la propia vida. Para al final ser en general silenciadas durante largos siglos después de su muerte-Hadewijch de Amberes, solo fue redescubierta en 1920-, y cuando no, reducido su mensaje a meras manifestaciones sentimentales (Gertrudis, Matilde de Hackeborn, de Magdeburgo, etc.).

 Desde esta perspectiva vamos a presentar la figura de una de estas mujeres que hicieron de la libertad de corazón (Libertas Cordis), el camino para transcender las limitaciones y miedos que la sociedad y la imagen que se imponía de la mujer, intentaban inculcarlas. Descubriendo así que Dios iguala a todos los seres, hombres y mujeres, a los que llama a ser uno con Él para ser "Todo en todos":

                                                                 GERTRUDIS DE HELFTA, LLAMADA LA MAGNA.
CRONOLOGÍA (Provisional):
1256               Nace Gertrudis el 6 de Enero
1261               Ingresa en Helfta en extrañas circunstancias
1270/71?         Matilde de Magdeburgo ingresa en Helfta, buscando refugio.
1280               En el Adviento crisis afectiva profunda de Gertrudis
1281               El 27 de Enero gracia de la conversión: primera visión de Xto.
1282/84?         Muerte de Matilde de Magdeburgo.
1284               Gerardo de Mansfeld saquea el monasterio.
1291               Muere la abadesa Gertrudis de Hackeborn.
1296               Entredicho contra Helfta de los canónigos de Halberstadt.
1298               Muere su amiga Matilde de Hackeborn.
1301/2?           Muere Gertrudis de Helfta, la Magna.

 Gertrudis de Helfta es –biográficamente hablando- un enigma. El silencio que existe sobre el lugar de su nacimiento y quiénes fueron sus padres nos hacen suponer que en torno a su familia existían circunstancias- no podemos saber cuáles- que no era conveniente sacar a relucir, bien porque fuera hija ilégitima, abandonada, o de familia pobre -o cualquier otra circunstancia-, en un monasterio como el de Helfta en el que su composición respondía de forma notoria a hijas de familias nobles del entorno.
Tendencia natural de la mayor parte de las fundaciones femeninas de la época era contar en la composición del monasterio con hijas de la nobleza de la région, que era la que las financiaba.
El monasterio de Helfta, en la alta Sajonia, desarrolló durante el siglo XIII una gran actividad artística, cultural y espiritual. Esta actividad estuvo favorecida bajo el impulso de su abadesa Gertrudis de Hackeborn y por la relación que mantuvo el monasterio con los dominicos de Halle que le facilitaron una sólida formación teológica.

 El monasterio de Helfta:Este singular monas­terio en la segunda mitad del siglo XIII reunió a un numéro sin precedentes de grandes personalidades femeninas que realizaron una importantísima labor espiritual, teológica y literaria: Gertrudis de Helfta, Matilde de Hackeborn; Matilde de Magdeburgo; Gertrudis de Hackeborn; y otras como las redactoras anónimas de los libros I, III, IV y V del Heraldo. Por ello resulta cuestionable el hacer una separación al estudiar a sus componentes; pues aunque tienen personalidades definidas (algunas de ellas), es indudable que existe un estilo comun a todas (quizás exceptuando a Matilde de Magdebur­go) y una interrelación e influencias mutuas que nos permitirían hablar de una "escuela de Helfta".
Gertrudis_cistercienseEl origen de la comunidad se remonta a 1229, cuando los condes de Mansfeld (Bucardo e Isabel) instalaron cerca de su castillo un grupo de siete "hermanas grises" (así se nos llamaba a los cistercienses por ser nuestro hábito de un material rústico de dicho color) procedentes de Halberstadt. Los fundadores se comprometieron a sustentar a las "monjas de la Orden cisterciense". En 1234 la comunidad tuvo que trasladarse a Rotardesdorf (hoy Rossdorf) cerca de Halberstadt, pero no pudieron permanecer allí por la falta de agua, con lo que en 1258 se trasladaron definitivamente a Helfta.
En 1251, todavía en Rotardesdorf, es elegida abadesa Gertrudis de Hackeborn *, una mujer muy notable, culta, espiritual y buena. En cuarenta años de abadiato formó a más de cien personas y por los elogios que la dedican sus discípulas fue muy querida y respetada.

 * Durante varios siglos los autores monásticos identificaron a Gertrudis de Hackeborn y a Gertrudis (Trutta) de Helfta, llamada la Magna. El error evidentemente fue debido a la igualdad de sus nombres. Este error ha permanecido hasta principios del siglo XX. La mayor parte de las representaciones iconográficas de Gertrudis la hacen abadesa pues en su mayoría surgen a partir del siglo XVI teniendo su culminación más abundante en el XVIII. Las monjas de Helfta se consideraban al mismo tiempo cistercienses y miembros de la Orden de San Benito **.

** "En adelante, ningún monasterio de monjas se incorpore nominalmente o jurídicamente a nuestra Orden. Pero si algún monasterio de monjas no incorporado a la Orden o incluso que se fundare más adelante quisiera imitar nuestras instituciones, no se lo prohibimos; pero no nos encargaremos de su cura de almas, ni les serviremos como visitadores." Estatuto del Capítulo General de la Orden Cisterciense de 1228. Helfta pertenecía a este grupo de monas­terios no incorporados.

A su lado tenían a un grupo de hermanos conversos que obedecían a la abadesa y se encargaban de los trabajos más pesados. La dirección espiritual del monasterio estaba a cargo de los dominicos de Halle. Debido a esto se nota en Helfta, como en muchos otros monasterios femeninos en su misma situación, una gran apertura hacia la espiritualidad de las nuevas Órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos. A este influjo se debió el gran nivel teológico que caracteriza los escritos de las monjas de Helfta.

Aparté de su dedicación a la liturgia, las actividades de las monjas se desarrollaban en tres áreas: 1) el trabajo manual; 2) los oficios necesarios para la buena marcha de la comunidad; 3) todo lo referente a la lectio divina, particularmente la copia de libros y el estudio.
A esto último es donde encontramos preferentemente dedicadas el "círculo de las iniciadas", animadas en su actividad literaria por su abade­sa. El quehacer literario favorecería la misma espiritualidad mística. Las obras de Matilde de Hackeborn y de Gertrudis la Magna constituyen un trabajo de equipo de varias monjas.
En este sentido Matilde y Gertrudis no pueden ser consideradas "autoras" en el sentido moderno de la palabra; hay que considerarlas más bien como fuente y origen de los escritos que se les atribuyen. Los escritos de estas mujeres, en realidad, transmiten las ideas y las vivencias de una comu­nidad extraordinariamente culta que vive a tope la tradición benedictina en su modalidad cisterciense, cuando liturgia y espiritualidad, reflexión teología y experiencia mística, lectura bíblica y lenguaje formaban todavía un todo sin fisuras.

 Las dos Matildes (de Hackeborn y de Magdeburgo) y Gertrudis (Trutta) convivieron durante al menos doce años, es natural que se influyeran las unas a las otras, aunque Matilde de Hackeborn y Gertrudis tienen mucho más en común que Matilde de Magdeburgo -mucho mayor que ellas-; que sin embargo, si se nota su influencia por cuanto que se descubre que ambas emplean una orien­tación hacia el vocabulario de "transformación" muy típico de la obra de esta última.

            Matilde de Hackeborn y Gertrudis comparten estilo y vocabulario, imágenes y fórmulas, y no solo porque Gertrudis sea la redactora principal del «libro de la gracia especial» (Liber specialis gratiae), donde se recogen las revelaciones de la primera, sino porque las demás redactoras también las emplean. Ambas junto con sus confidentes nos legaron un precioso testimonio de profunda experiencia de Dios. Debajo de los escritos de este grupo hay una verdadera teología, «una teología experiencial».

En la historia de la comunidad pasaron por momentos muy duros, momentos muy dolorosos que pusieron a prueba su madurez y valor. Así en 1284 los hermanos de Sophia de Mansfeld, sucesora de Gertrudis de Hackeborn al frente del monasterio, saquearon el monasterio sembrando la desolación entre las monjas, sin embargo se rehicieron de estos hechos y continuaron su vida regular. En 1291 muere la abadesa Gertrudis y es elegida para sucederla la mencionada Sophia, que pertenecía a la familia condal. La muerte de la abadesa fue muy sentida ya que ella habia sido a lo largo de su extenso abadiato (40 años) la inspiradora e instigadora de la «escuela de Helfta». En 1295 los canónigos de Halberstad, durante una sede vacante en la diócesis, lanzan un "interdicto" contra el monasterio que deja a la comunidad sin poder recibir la Eucaristía. Pocos años después van muriendo las componentes de lo que fue una de las pági­nas más brillantes de la espiritualidad medieval general y de "lo femenino" en particular.

En 1343 se produce un nuevo saqueo y el monasterio es incendiado. Dos años más tarde la comunidad restante se traslada a un nuevo lugar que llaman "Nuevo Helfta". Este monasterio pervive hasta 1525 en que, en medio de las revueltas de los campesinos (en medio de la Reforma), es de nuevo saqueado y destruido definitivamente.

 Y aterrizamos en la persona de Gertrudis la Magna:

 Trutta (era el nombre familiar más utilizado por el cual conocían a Gertrudis en el monasterio. También existían otros diminutivos que utilizaban para designarla y que están atestiguados en los manuscritos del Heraldo: Drudis, Trudis y sobre todo Trutta)

 En la vida de Gertrudis esta claro que hubo un vacío afectivo familiar que marcó de forma inevitable su forma de ser, su espiritualidad y su experiencia de lo sagrado y de lo humano. Sabemos que a la edad de cinco años entró en el monasterio -aunque ignoramos también en calidad de qué, si para su educación, si como oblata o recogida- En el texto del Legatus -de una anónima amiga de Gertrudis- la autora pone en labios de Cristo estas palabras: "Yo la he privado de todos sus parientes, para que así nadie la amara por este título y fuera yo el único motivo del cariño que le profesaban sus amigos". La frase en negrilla, quizás nos esté indicando que en realidad su familia pertenecía a la alta nobleza -¿Cómo si no podría ser amada por su origen?-, aunque fuera hija ilegítima. Otra cosa nos indica también este texto, Gertrudis era una mujer que tuvo muy buenos amigos y era muy querida por ellos, lo que nos indica su natural afectivo. Esto último si es seguro, lo anterior se queda en una simple conjetura.
Cuando ingresó en el monasterio se encontró arropada por dos madrés espirituales que ejercieron una gran influencia en su vida: Gertrudis de Hackeborn, que era la abadesa; y Matilde, hermana de la anterior y respon­sable de la educación de las niñas y novicias. Matilde de Hackeborn va a ser durante toda la vida de Gertrudis una de sus más íntimas amigas y su mutua influencia es tan grande que no se puede mencionar a una sin mencionar a la otra, tanto a nivel meramente humano, como espiritual. Gertrudis era una persona muy inteligente e ingeniosa, dotada de una gran imaginación y con unas cualidades intelectuales que llamaban la atención. Escribe su anónima amiga: "Estaba llena de saber y elocuencia, y su mente captaba con tanta facilidad todas las cosas que los que la oían quedaban maravillados”.

El caso es que hacia los quince años de su vida pasó al noviciado y profesó con dieciséis años -como era normal entonces-. Llegó a poseer una "sólida cultura literaria, filosófica, teológica y musical", hacía la vida regular de las monjas incluidas eventuales labores agrícolas, y trabajaba en la copia de manuscritos. Su vida era la normal en una monja joven, exceptuando su dedicación importante al estudio y sus dotes intelectuales. Que se sepa nunca tuvo cargos relevantes en la comunidad, solo aparece en los documentos como segunda cantora, apoyando a Matilde de Hackeborn que era la primera. Su vida externa no se destacaba por su piedad, pero tampoco por su disipación. Cumplía con sus deberes, participaba asiduamente en el Oficio Divino, practicaba sus devociones y la oración personal... A pesar de ello Gertrudis no tenía paz, sentía su corazón dividido entre su curiosidad insaciable por el mundo cultural y por una "corta" vida espiritual que no la llenaba y que incluso se le hacía cuesta arriba: "no buscaba a Dios de verdad".
¿Qué le estaba pasando en realidad a Trutta? Las claves hay que buscarlas en las circunstancias en las que se había desarrollado su vida desde pequeña.
Esta  respuesta es el comienzo de la 2ª PARTE de la exposición sobre Sa
nta Gertrudis: CONVERSIÓN Y OBRAS



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