Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-
Vida Cisterciense
Una hermana guía la visita
Fin de semana y festivos de 11:00h a 13:00h y de 16:15h a 17:45hEntre semana acompañamos grupos
con cita previa llamando al 947189001
¿Queréis saber algo de esta recién llegada?
MI NOMBRE ES LEONARDI, TENGO 22 AÑOS DE EDAD, SOY DE VENEZUELA (VALENCIA)
No llores por lo que dejas, lucha por lo que ahora tienes. No fue fácil dejar familia, amigos, hermanos de comunidad, estudios, trabajo, tu país y costumbres, para llegar a un lugar totalmente desconocido.
Mi llegada al monasterio fue una alegría para mí, al ver que Jesucristo y mi nueva familia me recibían con los brazos abiertos, llenos de alegría y con mucho Amor fraterno. Los primeros días me afectaron un poco por el cambio de horario, la comida, pero más que todo el frío. Pero sé que DIOS poco a poco me va a ir ayudando, ya que Él no pone pruebas en nuestras vidas que no podamos superar: Adaptarme y el convivir con mis hermanas- ya que somos de diferentes lugares del mundo-, pero Dios aquí en el monasterio nos hace a todas por igual, ya que su amor es único y no se compara con nada.
En este tiempo que llevo viviendo en el Monasterio he podido experimentar el silencio, el estar sólo a solas con el Señor. Venía con muchas preocupaciones y angustias del mundo, pero el solo llegar aquí encontré la paz y el silencio en el corazón. Jesucristo llama a cada quien a donde quiere y en donde realmente no sintamos felices. A mí me ha llamado a vivir la vida religiosa con mis sufrimientos y dificultades pero, más que todo, muy contenta del AMOR que Él me tiene. Sólo necesita que confíe en Él, ya que todo lo puede, Él sólo necesita mi vacío y mi pequeñez, no mi plenitud, como dice la Madre Teresa de Calcuta, y el estar dispuesta siempre a servirle, a estar en oración, y a vivir reconciliada todos los días
Qué tengo yo que no haya recibido de Jesucristo, si todo lo que tengo es pura Gracias de Él.
Hay que estar llena de valentía para estar aquí, y esa valentía me la ha dado el Espíritu Santo, ya que no es fácil seguir a Dios. Me invita siempre a cargar con mi cruz y no bajarme de ella, abrazarla y besarla siempre.
Recuerdo siempre ese salmo que dice que “el Necio piensa que Dios no existe”, porque así me encontraba. Yo pensaba en medio de mi angustia y de mis 'sin sentidos' que Dios no me escuchaba y, ¡fíjate! que es tan grande, que no sólo me escuchó, sino que también me trajo a vivir la vida monástica.
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