Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-
Vida Cisterciense
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Parece ser que esta festividad tan importante para nosotros los cistercienses, y para la Iglesia universal, es de origen oriental.
A nosotras nos gusta mucho contemplar esta gran fiesta como la Pascua de la Madre de Dios. Por ello disponemos en medio de nuestro coro, durante la celebración litúrgica, un lecho de sábanas blancas, allí, entre nosotras, mientras permanecemos distribuidas para el canto en dos sillerías enfrentadas. El lecho está completamente vacío, pero con las huellas en sábana y almohada como de haber yacido alguien en él, y ahora tan sólo quedan esas huellas, cubiertas de pétalos de rosas de nuestro claustro. Así es como recordamos el ‘Paso’ de Nuestra Madre a los Cielos, en cuerpo y alma.
Pascua, Asunción,…aun así conviene recordar cómo el término bizantino propio para designar esta fiesta es “Dormición”.
Es San Juan Damasceno quien, dirigiéndose a la Virgen, en la primera homilía dedicada a tal solemnidad explicita las motivaciones de tal preferencia. Os las transcribimos para ambientaros ante este MISTERIO:
« ¿Cómo denominaremos este misterio que te define? ¿Lo llamaremos muerte? Si tu sacratísima y bienaventurada alma, según las leyes de la naturaleza, se desprende de tu perfecto y purísimo cuerpo, y si el cuerpo, siguiendo la ley común, es depositado en el sepulcro, no fija él, sin embargo, su morada en la muerte ni la corrupción lo disuelve. El cuerpo de aquella cuya virginidad permanece intacta en el parto no puede menos de mantenerse también incorruptible en su mismo tránsito, siendo trasladado a una morada mejor y más divina, no sometida ya a la esclavitud de la muerte, sino perdurable por los siglos de los siglos.
Como este nuestro sol que todo lo ilumina y siempre brilla, oculto durante breves momentos tras el cuerpo de la luna parece desvanecerse, sepultarse en las tinieblas y convertir su resplandor en oscuridad, y sin embargo no se ve nunca privado de su propia luz, porque tiene en sí mismo, o mejor, porque él mismo es manantial de luz inextinguible, según lo establecido por su Creador, así también tú, manantial perenne de la verdadera Luz, fuente inagotable de aquel que es la Vida por esencia, de aquel que es luz infinita, vida inmortal, felicidad eterna, que contiene los ríos de la gracia y las fuentes de toda salud, que es sempiterna bendición.
Tú has florecido como el manzano entre los árboles silvestres y es tu fruto dulce al paladar de los fieles. No, no llamaré, pues, yo muerte a tu sacrosanta partida, sino dormición y tránsito; mejor aún: entrada en la gloria de Dios».
FELIZ PASCUA DE LA VIRGEN MARÍA
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